martes, 22 de abril de 2008

El muñeco maldito

Algunos momentos, debidos a su carga emocional o su implícita malicia, han quedado grabados en mi memoria y lo que más recuerdo no es necesariamente lo que me hace sentir más orgulloso. Así que prepárense para escuchar las historias mas retorcidas, cínicas y a la vez graciosas que me han enseñado que el asesinato es algo cotidiano entre los seres humanos proclamados sanos e inocentes.
Lo primero que me viene a la memoria es un hecho ocurrido en el barrio de La Loma, en la Ciudad de La Plata, pasando el año nuevo con mi familia y pensando siempre con mis hermanos que hacer para pasarla mejor. ¡ Y una idea surgió! Teníamos un muñeco hecho de goma espuma del tamaño de una persona, que uno de los mellizos (mis hermanos) había construido para crear un clima de terror en una fiesta organizada en nuestra casa, donde el miserable y espumoso androide había sido vestido con un saco largo hasta las rodillas, pantalones y calzado con borceguíes.
Su descerebrado cráneo había sido cubierto con una máscara de goma, réplica del monstruo de Frankenstain, siendo obligado a pasar la noche del baile parado entre tinieblas frente a un ataúd, pero eso es otra historia.
Volviendo a la fiesta de año nuevo, hemos decidido resucitar al monstruo. Le quitamos la máscara, le cubrimos la cabeza con un pasamontañas de color negro y lo llevamos a la calle. Lo apoyamos contra un auto que estaba estacionado, ubicándonos con el monstruo del lado que daba al centro de la carretera.
Cuando vimos que un auto se acercaba, comenzamos a golpearlo al mejor estilo “buenos muchachos”. En el momento preciso, cuando el vehículo estaba cerca nuestro, lo dejamos caer desmayado con su cabeza hacia el medio del camino, por lo que el auto debió eludirlo en brusca maniobra para no cometer “homicidio culposo”. Vaya a saber que pensó el desafortunado conductor, quien logró escapar limpio de la escena del crimen.
Un año para recordar.

lunes, 14 de abril de 2008

Un poco de nada.

¿Que extraña magia conecta al ser humano con las palabras que se han dicho y se dirán repetidamente a través de los siglos, resonando como un eco distante que perdura como una sinfonía que siempre se ha oído mas allá de nuestro entendimiento?
¿Que fuerza extravagante es capaz de plasmar en el teclado los dígitos de una visión tan sublime como la virtud de conectar y combinar ideas?
Es muy simple, y a la vez complicado, jugar con esas palabras, las que en secreta armonía atraviesan nuestras mentes estallando como pensamientos, imágenes, sonidos o temores.
Solo se trata de no saberlo, y eso... es estar conectado.
No crean que lo digo con convencimiento de lo que percibo y entiendo. Siempre me acosa la duda ante la limitada comprensión de lo infinito.
Si es tan simple la cuestión ¿ Por qué hacemos tan complejas las ideas? Algo tan sencillo como este momento puede ser eterno en el contexto de un segundo, pero no lo dije yo, ya otros lo han pensado y han gozado al revolcarse sobre estos estúpidos razonamientos, los que así son reconocidos en la inmensidad de lo eterno.
¿Es tan importante lo que nos sucede en el transcurso de nuestras vidas para el plan maestro de la naturaleza? ¿O es que pretendemos ser más grandiosos que ella misma? Tal vez sea esto lo que nos convierte en humanos y no nos permita escapar de la soberbia cotidiana. Por mi parte solo tengo las preguntas. Mis bolsillos,vacíos carecen de respuestas, aunque pretenda darlas. Y mi sueño me cobija con la esperanza de seguir meditando esto por la mañana, cuando todo parece más lejano e irreal.
Y vuelvo a despertar, como todos los días, recordando historias ya contadas sobre el pasado, el presente, o el futuro de nuestras vidas. Pero como seres vivientes, estamos condenados a que nuestra existencia sea un simple “ entre paréntesis”; una pequeña balsa cuya propia voluntad la obliga a flotar sobre el gran océano del desconocimiento y la incertidumbre. Como seres racionales somos concientes de nuestros limitados pensamientos cuando nos adentramos en especulaciones sobre este vasto mar.
¿Que podemos decir sobre ellos?
¡Nada!
¿Y que podemos decir sobre la nada?
Ya que la nada no es, podríamos incursionar en lo que no es la nada. La nada no es un color o un sonido, tampoco es una sensación o un pensamiento. Solo un mar vacío, un contexto que da valor sobrenatural a nuestro pequeño
“entre paréntesis.”
Creo que la vida es la voluntad que nos obliga a experimentar el espacio concedido, mejorarlo, y aprender a hacer esto mismo de la mejor manera posible una y otra vez. Y volver a intentarlo.
La experiencia es todo lo que nos queda, pudiéndola transformar en anécdotas e historias de diversos colores.