lunes, 14 de abril de 2008

Un poco de nada.

¿Que extraña magia conecta al ser humano con las palabras que se han dicho y se dirán repetidamente a través de los siglos, resonando como un eco distante que perdura como una sinfonía que siempre se ha oído mas allá de nuestro entendimiento?
¿Que fuerza extravagante es capaz de plasmar en el teclado los dígitos de una visión tan sublime como la virtud de conectar y combinar ideas?
Es muy simple, y a la vez complicado, jugar con esas palabras, las que en secreta armonía atraviesan nuestras mentes estallando como pensamientos, imágenes, sonidos o temores.
Solo se trata de no saberlo, y eso... es estar conectado.
No crean que lo digo con convencimiento de lo que percibo y entiendo. Siempre me acosa la duda ante la limitada comprensión de lo infinito.
Si es tan simple la cuestión ¿ Por qué hacemos tan complejas las ideas? Algo tan sencillo como este momento puede ser eterno en el contexto de un segundo, pero no lo dije yo, ya otros lo han pensado y han gozado al revolcarse sobre estos estúpidos razonamientos, los que así son reconocidos en la inmensidad de lo eterno.
¿Es tan importante lo que nos sucede en el transcurso de nuestras vidas para el plan maestro de la naturaleza? ¿O es que pretendemos ser más grandiosos que ella misma? Tal vez sea esto lo que nos convierte en humanos y no nos permita escapar de la soberbia cotidiana. Por mi parte solo tengo las preguntas. Mis bolsillos,vacíos carecen de respuestas, aunque pretenda darlas. Y mi sueño me cobija con la esperanza de seguir meditando esto por la mañana, cuando todo parece más lejano e irreal.
Y vuelvo a despertar, como todos los días, recordando historias ya contadas sobre el pasado, el presente, o el futuro de nuestras vidas. Pero como seres vivientes, estamos condenados a que nuestra existencia sea un simple “ entre paréntesis”; una pequeña balsa cuya propia voluntad la obliga a flotar sobre el gran océano del desconocimiento y la incertidumbre. Como seres racionales somos concientes de nuestros limitados pensamientos cuando nos adentramos en especulaciones sobre este vasto mar.
¿Que podemos decir sobre ellos?
¡Nada!
¿Y que podemos decir sobre la nada?
Ya que la nada no es, podríamos incursionar en lo que no es la nada. La nada no es un color o un sonido, tampoco es una sensación o un pensamiento. Solo un mar vacío, un contexto que da valor sobrenatural a nuestro pequeño
“entre paréntesis.”
Creo que la vida es la voluntad que nos obliga a experimentar el espacio concedido, mejorarlo, y aprender a hacer esto mismo de la mejor manera posible una y otra vez. Y volver a intentarlo.
La experiencia es todo lo que nos queda, pudiéndola transformar en anécdotas e historias de diversos colores.

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